11 de agosto de 2010

HISTORIA DE UN FESTÍN

Cuando acabó la secundaria (año 1977) la mayoría de los amigos del barrio tuvimos que despedirnos y enrumbar a otras lugares en busca de un futuro que lamentablemente era imposible obtener quedándonos en Supe. Vicky y Rocío Navarro Ticona ya habían enrumbado unos años antes a Lima, Papi Romero, Ticky Paz, Richard Flores, Angel Cavero, los hermanos Collantes Rosales, Carlos y Mario Chavez, entre otros también se fueron a la capital a seguir sus estudios. Los hermanos Salas, Gilberto Romero, mis hermanos y Yo emprendimos rumbo norte y llegamos hace 33 años a Trujillo. En Supe se quedaron Joselito Chavez, Chana Camargo, Maqui Gomez, el loco Freddy Flores y paro de contar. Particularmente puedo afirmar que ese último año los lazos de amistad entre todos se hicieron mas fuerte que nunca, seguramente ya nos echábamos de menos ante la inminente separación y el "futuro incierto" que nos esperaba a cada uno de nosotros. Es así que recuerdo habernos reunido para Año Nuevo en mi casa (aprovechando que mis viejos se fueron de viaje) y nos mandamos una bomba de padre y señor nuestro. Tambien recuerdo la emotiva despedida que me hicieron en casa de Naysi (todavía conservo aquellas hojas en donde cada uno me deseaba lo mejor, nunca lo olvido). El caso es que, despues de separarnos, siempre estuvimos en contacto (via cartas) y cada vez que se presentaba la ocasión volvíamos al barrio para reencontrarnos (dia de la madre, fiesta de La Cruz, San Pedrito, 28 de Julio, Navidad, Año Nuevo). Yo creo que fue en esos reencuentros en donde se fueron forjando realmente nuestros lazos de amistad y hermandad que despues de tres décadas y a pesar de la distancia se mantienen sólidos e incólumes.
De todas las veces que nos encontrábamos a lo largo del año, eran las fiestas de Navidad y Año Nuevo las mas esperadas ya que era la oportunidad en que todos en su totalidad la pasaban en el Puerto. Nosotros a partir de la navidad del 78 comenzamos a organizar una fiesta que se hizo tradición por muchos años (en alguna navidad hare una reseña de lo que significaba para el grupo esta reunión). La cosa es que despues de la cena de pascua toda "la mancha" se daba cita en la casa del "Tio Carlos Angeles" y armábamos un fieston que duraba hasta el amanecer del 25. La costumbre era que ese día no se dormía y que después de un tamal mañanero y un ceviche a punto de once de la mañana, finalmente recalábamos a eso de la 1 o 2 de la tarde en nuestra "playita privada", La Tarraya. Nunca una resaca fue tan "agradable" como la de aquellos 25 de diciembre retozando en las arenas de esa caleta inolvidable y despejándonos de tantas horas de "desarreglos" dandonos un chapuzón en sus frescas aguas. ¡Qué mas se podía pedir! Así pasaba la tarde hasta que llegaba la hora del retorno.

Para quién pasa un buen día de playa después de haber celebrado a todo dar, durante el camino de regreso no pensamos en otra cosa que en llegar cuanto antes a casa para comer cualquier cosa puesto que el hambre nos agobia. Resulta que aquella tarde cuando ya estaba bajando por el cerrito para cruzar la pista veo a Mirtza Chavez (inolvidable amiga), parada en su puerta, invitando a todos los playeros a su casa. Picado por la curiosidad apuro el paso y al llegar junto a ella escucho que me dice "las palabras mágicas": 'Carlos pasa que te invito a comer un "conejo en punto de seco" que acabo de preparar'. Ustedes conprenderán que no dude un segundo en aceptar la propuesta, en parte porque estaba con un hambre de los demonios pero además porque Mirtza tenia fama de ser una excelente cocinera. Grande no sería mi sorpresa cuando al entrar veo a toda la gallada ubicada en sus asientos alrededor de una gran mesa y con un rictus de desesperación en sus rostros porque el festin no podía comenzar sin que el último de los invitados -un servidor- tomara su ubicación. Estábamos todos sin excepción. Inmediatamente vemos salir de la cocina a nuestra anfitriona con dos fuentes humeantes repletas de presas de "conejo" nadando en ese jugo característico del seco limeño. El aroma que inundó inmediatamente el ambiente sabia a dioses. Todo el mundo se abalanzo sobre la mesa en busca de una porción de aquel preciado manjar. No tardaron en salir sendas porciones de arroz para acompañar el banquete. Al cabo de 10 minutos solo quedaba en las fuentes algo de jugo. Alguién sugirió si había pancito para darle trámite al preciado "mejunje", al instante apareció una bolsa repleta de pan francés en la mesa. Tres minutos mas tarde las fuentes tenían el aspecto reluciente como si recién se fueran a usar. Fue un verdadero bacanal. Para mi era mi "primera experiencia" con el conejo y demás esta decir que fue uno de los platos mas exquisitos que he probado en mi vida. Para rematar nuestra diligente anfitriona saco una botella de "cañazo" para asentar la comida, mejor servidos ni en nuestra propia casa. El caso es que mismos Zavalas (una vez que comes embalas) ya nos disponiamos a emprender la retirada por lo que solicitamos la presencia de la anfitriona para agradecerle por tantas atenciones, cuando la vemos aparecer con el rostro a punto de reventar en carcajadas y en la mano una bandeja tapada con un mantel. De pronto nos pregunta ¿Saben lo que han comido?. En este instante todos nos miramos las caras de incredulidad como queriendo encontrar una respuesta tranquilizadora. Entonces la "gorda" comienza a levantar lentamente el mantel poniendo al descubierto las cabezas, frescas aún, de los animalitos que habiamos ingerido. Yo creía estar viendo visiones, lo que atribuí al vaso de cañazo que me habia empujado, pero un solo vaso no podía hacerme ver una cosa por otra y las cabezas que veían mis ojos no tenían orejas largas. No, no eran conejos. ¡Lo que teníamos frente a nosotros eran los restos de dos robustos "mininos"!. En ese momento mas de uno se llevó los dedos a la garganta tratando de regurgitar lo comido pero fue en vano. Por algo los felinos tienen uñas largas. La estampida fue general e inmediata. Lo último que alcanzé a ver fue a mi amiga Mirtza matándose de la risa con una mueca de satisfacción por haberse dado el gusto de habernos dado "Gato por Liebre" en el más fiel sentido de la expresión. Mis respetos gordita siempre serás una de las grandes ...



8 de agosto de 2010

LOS PAISAJES DE MI TIERRA

Puerto Supe, es un lugar que ha sido privilegiado por la naturaleza con paisajes de ensueño, entre los que predominan naturalmente sus hermosas playas (La Isla, El Faro, La Playa del Amor, La Zona del Muelle, La Tarraya). Desde temprana edad, una de mis mayores aficiones era recorrer cada rincón de mi añorada tierra y así, fui guardando en mi memoria los diversos paisajes que conforman Puerto Supe.
Si de apreciar el puerto en toda su extensión se tratara, tendríamos que subir al cerro que separa el puerto propiamente dicho y el barrio de La Victoria; Yo tenía la suerte de apreciar esa vista muy a menudo puesto que al regresar de la escuela 20524 (ex 410) en muchas ocasiones lo hacía "cortando camino" por el cerro. Tambien se tiene una vista espectacular desde el cerro del Faro y la ocasión para divisar el paisaje porteño era en verano cuando cruzábamos ese lugar para ir a la "playa del amor". Un par de veces tuve ocasión de subir hasta la que era "la casa de Luis Banchero", un chalet ubicado en lo alto del "cerro del elefante" (llamado así porque justamente al observarlo desde cierta posición semeja a un paquidermo), desde allí se tiene una vista privilegiada del muelle, el malecón y sus calles circundantes llenas de casitas de madera. Si de La Victoria de tratase, siempre me gusto observar el paisaje desde la peluqueria de "La Gaby", mi amigo Gabriel Naveda, desde allí apoyado o sentado en el muro de la entrada podías divisar por el frente las fabricas harineras con sus fumarolas, a la derecha se tiene una vista de la entrada al Puerto y por la izquierda el Parque de la Bandera, mas allá la curva y la zona de los 4 pasajes (yo vivía en el tercero) y al costado la calle por donde se llegaba al Club "Juventud Victoria". Un lugar al que le guardo un especial cariño es el "cerrito" que quedaba al frente de mi calle, allí se ubicaba una casona abandonada, la cual estaba circundada por inmensos arboles de eucalipto; desde lo alto de la loma de apreciaba por atras todas las fábricas, a un costado estaba el "puquio" donde había una pequeña poza que fue nuestra primera piscina, al otro lado se veia el camino que conducía a la playa y por el frente teniamos ante nosotros nuestro barrio de siempre.
Muchos paisajes especiales tiene mi tierra. La he visto desde la cumbre del cerro de Pan de Azucar y desde una lancha bolichera, desde la punta del muelle y de lo alto de la tolva de la Meylan, desde la curva de la Panamericana y del Malecón. Pero si tuviera que elegir escogería uno muy especial para mi, camino a la tarraya, pasando lo que llamábamos el corral de vacas (junto a La Carabela, última fábrica harinera) se llega a una pequeña loma desde donde se tiene, al menos para mí, la vista mas hermosa de toda la bahía. Desde allí he contemplado ciento de veces el eterno romance entre las azules aguas del Océano Pacífico y las orillas de las playas supanas. Y desde allí quisiera como último deseo, el día que Dios decida llevarme a su lado, que mis cenizas emprendan el vuelo hacia el encuentro con la eternidad...

HISTORIAS DE NAVIDAD

  A propósito de las fiestas festivas de fin de Año vienen a mi memoria dos episodios vividos aquellos años en la que solíamos retornar al b...