17 de enero de 2011

EL COMPLEJO

En aquella época, los sábados eran días de relax y "El Complejo" era el lugar casi obligado a donde se iba a practicar deporte, reunirse con los amigos, encontrarse con la "costilla" o simplemente pasar un buen rato. Este sitio estaba ubicado a unos 20 minutos del barrio por la zona de Leticia. Fue construido por PESCAPERU, con la finalidad de darle a sus trabajadores (y familias) un ambiente de esparcimiento y descanso. Pero con el tiempo, se convirtió en el punto de encuentro de toda la juventud del norte chico. Hasta este lugar llegaban supanos, barranquinos y, por supuesto, los porteños que nos enfrascábamos en arduos partidos de fútbol, fulbito y basket. Sus instalaciones contaban con varias canchas deportivas, también tenía una pista atlética, un ambiente para practicar juegos de salom y una zona de juegos infantiles. Además, la administración proveia de material deportivo como pelotas, uniformes, fichas para juegos de salón, etc. Era increíble ver, como todos los sábados por la tarde, este inmenso escenario se colmaba de jóvenes ávidos de hacer "vida sana", lejos de aquellas lacras y vicios que mucho mas tarde llegarían a nuestro terruño para contaminar el cuerpo y el alma de las generaciones siguientes. Al menos nosotros tuvimos la suerte de gozar nuestros años mozos sin drogas ni delincuencia.

Nuestro sábado deportivo comenzaba después de almuerzo. A la una de la tarde todo el mundo comenzaba a "remendar las zapatillas"; por lo general sólo contábamos con un par para hacer Educación Física, jugar en la calle e ir al Complejo y ¡tenían que durar todo el año!. Por eso nos volvimos unos tromes usando la "aguja capotera" y el "nylon". A punto de 3 de la tarde ya estábamos reunidos en la puerta de mi casa o en la esquina de chumbe para emprender el camino a nuestra cita con la gloria o el fracaso. El camino al complejo era toda una aventura. El periplo empezaba bordeando la chacra de don Bermudez (posteriormente al caer el muro se atravesaba la chacra para cortar camino). Al llegar al otro lado, avanzábamos unos 50 metros por el sendero que lleva de frente a la Panamericana por la casa de los Socla, caminado ese trecho, nos internábamos por una trocha de unos 500 metros que desembocaba directamente en la entrada del complejo. Era una caminata agradable porque se disfrutaba del campo, a lo largo de todo el recorrido habían arboles de pacaes y guayabas que nos brindaban su apetitoso fruto. Yo, particularmente, disfrutaba mucho de aquellos recorridos por la chacra.

Llegar a este inolvidable lugar (el complejo) era tener un reencuentro con gente amante del deporte y la amistad. Las tardes de los sábados eran de triangulares o cuadrangulares de fulbito, participar de un campeonato de futbolin o ping pong, de pasear por el campo de fútbol o dar una vuelta por los juegos infantiles. Cuántas tardes memorables tuvimos allí "los amigos del barrio", cuando ganábamos todos los partidos y volvíamos, ya casi anocheciendo, a nuestro 3er pasaje, extenuados, sin energías pero felices por haber sido los mejores. Claro que también tuvimos "tardes negras" de decepción que prefiero no recordar.

Todo eso y mucho más era El Complejo. Lamentablemente llegó el infausto terrorismo y nuestro refugio deportivo se convirtió en cuartel militar, los soldados pasaron a ser los únicos ocupantes. Triste final para un lugar que significó mucho en nuestras vidas porque nos dio esos ratos felices que tanto añoramos de aquellos días de juventud...

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